El asedio de Calagurris y la Devotio Ibérica

Calagurris Iulia Nasica (actual municipio riojano de Calahorra) recibió su nombre latino por Julio Cesar (Iulica) y Nasica por Publio Cornelio Escipión Nasica (o Nasica el Viejo). Este Escipión era el primo de Escipión “el Africano, el famoso general que derroto a Aníbal en las guerras púnicas. El nombre de Calagurris posiblemente deriva de su época Vascona, del etnónimo Kalakorikos con el que llamaban a los calagurritanos. Aunque algunos autores también le dan un valor topónimo y afirman que Kalakoricos era el nombre de la ciudad en esta época. En cualquier caso, fue un importante centro de fabricación de moneda en el siglo I antes de nuestra era.

Calagurris
Moneda con la inscripción Kalakoricos

Calagurris (la llamaremos así a partir de ahora), protagonizó un episodio importante durante las guerras Sertorianas. Se denomina así al periodo de guerra civil romano entre los años 82 a 72 a.C. que tuvo lugar en Hispania. Quinto Sertorio, partidario de Cayo Mario, se sirvió de la península y sus pueblos para oponerse a Sila y luchar contra el poder romano. Tuvo importantes plazas fuertes y aliados, especialmente en la Hispania Citerior, como Osca (Huesca), Tarraco (Tarragona) y la que nos ocupa el artículo de hoy, Calagurris.

Devotio Ibérica

Antes de continuar con el relato, creo que es necesario conocer que significaba este termino. La Devotio Ibérica era la manera que los pueblos prerromanos de la península se vinculaban a un cliente, normalmente un rey o jefe. Éstos, juraban proteger hasta la muerte a sus clientes a cambio de manutención y estatus social. Éste juramento no sólo era cuestión de honor, sino también tenía connotaciones divinas, por lo que era llevado incluso más allá de la muerte de su cliente, ya que en caso de que éste muriera, los iberos se suicidarían.

Éstos guerreros eran muy apreciados por los romanos. Los cónsules y gobernadores de Hispania solían rodearse de guardaespaldas iberos, los devoti,  ya que eran mucho más leales y efectivos que muchos de los romanos.

Calagurris
Soldado ibero. Fuente: arquehistoria.com

Una vez que conocemos el significado de la Devotio Ibérica, quizá sea más fácil entender la enconada resistencia que los pueblos de la península ponían ante los ataques enemigos, ya que una vez consagrado el juramento a su jefe, sin orden expresa de éste, los guerreros lucharían hasta la extenuación.

El asedio de Calagurris

Tras varias batallas en la península en las que Quinto Sertorio salió victorioso, quizá siendo una de las más destacadas la batalla contra Metelo, en el sur de Lusitania, en el año 76 antes de nuestra era, el senado decidió enviar a su hombre del momento, Cneo Pompeyo Magno también llamado Pompeyo el Grande.

Calagurris
Pompeyo Magno

En el 74 a.C., Pompeyo y sus fuerzas se unieron a las restantes de Metelo ante las puertas de Calagurris, y juntos comenzaron el asedio. Como hemos dicho, Calagurris era uno de los puntos estratégicos clave para Sertorio y por suerte para los leales aliados, éste llegó rápido y rompió el sitio, causando numerosas bajas a los ejércitos del senado y haciéndoles retroceder.

A pesar de esta victoria, el asedio trajo consecuencias graves para Calagurris, ya que los ejércitos aliados arrasaron sus fértiles campos y alrededores. Tras este triunfo, las tornas empezaron a cambiar y Sertorio fue poco a poco perdiendo terreno. En el año 72 a.C, Quinto Sertorio fue asesinado en Osca, tras ser víctima de una conspiración perpetrada por sus propios colaboradores, encabezados por Marco Perpenna, cuando acudió a una supuesta celebración organizada en su honor.

Calagurris
Quinto Sertorio

El asesinato de Sertorio supuso que todas las ciudades bajo su protección, acabaron sometidas a Pompeyo, exceptuando cuatro reductos, entre los que se encontraba Calagurris, Tiermes (cerca de Soria), Clunia (provincia de Burgos) y Uxama (cerro del Castro, junto a El Burgo de Osma). De las cuatro, la primera y la última fueron las que más resistencia opusieron.

Primero le llegó el turno a Uxama, que fue destruida sin miramientos por Pompeyo y su ejército. Sin embargo, cuando le llegó el turno a Calagurris, se encontraron con una terca obstinación a la rendición por parte de los calagurritanos. Pompeyo delegó la dirección del asedio a su legado, Afranio, quien continuó con el cerco con la esperanza de que los habitantes de la ciudad acabasen rindiéndose a causa del hambre y las penalidades de las batallas.

Calagurris
Recreación de Calagurris

A pesar de todo, Calagurris siguió permaneciendo fiel a Sertorio. Quizá no se habían enterado de su asesinato, o precisamente a causa de esto y las consecuencias que sufrieron las otras ciudades aliadas por parte de Pompeyo, Calagurris aguantó más allá de los límites humanos. Llevaron al extremo la Devotio Ibérica.

Historiadores romanos posteriores como Salustio hablarán de la fames calagurritana, ya que los defensores, para poder seguir en la lucha y defensa de su ciudad, recurrieron al canibalismo, sacrificando a los más débiles para alimentar a los que podían luchar. Se dice que hasta llegaron a salar los cadáveres para poder conservarlos más tiempo y seguir alimentándose de ellos.

Valerio Máximo fue un de los más explícitos en sus relatos:

“La macabra obstinación de los numantinos fue superada en un caso semejante por la execrable impiedad de los habitantes de Calagurris. Los cuales, para ser por más tiempo fieles a las cenizas del fallecido Sertorio, frustrando el asedio de Cneo Pompeyo, en vista de que no quedaba ya ningún animal en la ciudad, convirtieron en nefanda comida a sus mujeres e hijos; y para que su juventud en armas pudiese alimentarse por más tiempo de sus propias vísceras, no dudaron en poner en sal los infelices restos de los cadáveres“

Juvenal también hace alusión a la fames calagurritana, años más tarde:

“…Después de haber consumido toda clase de hierbas y la totalidad de animales, cuando obligaba la locura del estómago vacío, cuando los propios enemigos se apiadaban de su palidez, de su estado demacrado y de sus miembros chupados, desgarraban de hambre los miembros de otros, dispuestos a comerse también los suyos propios. ¿Qué mortal o quién entre los dioses rehusaría conceder el perdón a unas ciudades que han sufrido cosas abominables?”

Este episodio de la historia nos deja también la figura a la que se ha llamando simplemente “La Matrona”. Según cuenta la leyenda, La Matrona fue la última mujer con vida en el asentamiento. Con la ciudad bajo mínimos, su misión consistía en acudir hogar por hogar a casa de todos los caídos y encender los hogares, con el objetivo de minar la moral de los asediadores, incitándoles a creer que había muchos más defensores vivos de los que ellos creían.

Calagurris
Estatua de La Matrona en Calahorra con la inscripción «Prevalecí contra Cartago y Roma».
Y es que Calagurris también protagonizó una épica resistencia años antes contra el ejercito cartaginés.

Sin embargo, el final era inevitable. Si algo tenían los romanos era paciencia y recursos. Al final, tras un largo asedio que acabó con casi la totalidad de la población, Calagurris sucumbió. Los romanos pasaron a cuchillo o vendieron como esclavos a los pocos supervivientes y destruyeron la ciudad, quemándola posteriormente.

Años más tarde sería reconstruida, ya bajo dominio romano y en futuras guerras civiles tomó el bando de Julio Cesar (enemigo de Pompeyo), del que como hemos visto al principio, Calagurris toma el nombre de Iulica. Con el tiempo volvió a ser una ciudad importante en la Roma de la península, llegando a ser municipium romano, incluso retomando su actividad numismática anterior.

Calagurris
Maqueta del circo romano que ocupó el actual espacio del Mercadal en Calahorra, lo que habla de la importancia que adquirió la ciudad tras las Guerras Sertorianas

Hoy en día, la antigua Calagurris se funde en las entrañas de la actual Calahorra, y aunque no quedan demasiados vestigios de su época romana en la actual ciudad, lo que sí nos ha dejado para la historia un ejemplo de obstinación y lealtad, llevada a los extremos de la resistencia humana.

14 respuestas a «El asedio de Calagurris y la Devotio Ibérica»

  1. Si no hay mas vestigios romanos es porque el gobierno que ha habido en Calahorra no se ha preocupado en lo mas minimo . Cuando se hizo el centro comercial es bien sabido que los restos arqueologicos fueron robados , tapados o destruidos . Y lo poco que queda no tiene un trato de conservacion adecuado. Que pena, que con tan bonita historia nuestros gobernantes no hagan nada por protegerla.

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    1. Es una lastima Isaac, como bien dices, nos sólo desde el punto de vista histórico y arqueológico, sino también desde el turístico, ya que yacimientos de este tipo siempre atraen a curiosos y potencia futuras investigaciones.
      Gracias por pasarte a comentar!
      Un saludo

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  2. Excelente articulo, ¡que pena que todos los trabajos interesantes sobre nuestra rica historia se deban solo a iniciativas personales como la tuya! sin contar con ningún apoyo ni iniciativa por parte de las administraciones. Felicidades y gracias por tu excelente trabajo.

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    1. Muchas gracias por tus palabras Miguel Angel. Yo también creo que se debería apoyar más los acontecimientos históricos locales, especialmente cuando son de gran relevancia, como fue el caso de la ciudad de Calagurris. Además, otros municipios se han hecho famosos por eventos de este tipo y esto les genera turismo y por tanto más economía, lo que la vez permite seguir investigando. Un saludo!

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  3. Gran artículo y bien documentado. Enhorabuena. Lo he compartido desde la cuenta de Tw del Hotel Ciudad de Calahorra @CiudadCalahorra para divulgar la gloriosa historia de nuestra ciudad bimilenaria.

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    1. Me alegro que te haya gustado, y muchas gracias por compartirlo. En verdad es un episodio de la historia que debería tener más protagonismo del que se le ha dado. Y como dices, Calahorra tiene una historia muy rica, digna de muchos relatos.
      Un saludo!

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